Dos sugerentes exposiciones se suceden en este mes en La Habana, ambas develan el mundo interior de sus autores ya sea traducido en paisajes o seres fabulosos. Calificada como una sugestiva mirada en la más reciente evolución del paisajismo cubano abrió sus puertas en el cine de La Rampa, la muestra Heraldos de vida del joven artista Ángelo Lugones.
A este recién graduado de la prestigiosa Academia de San Alejandro le preocupan la supervivencia del planeta y los fuertes cambios climáticos que suceden en él, sus consecuencias; para ello se apropia estéticamente de la primera colonización del universo vegetal, las primeras formas de vida, su surgimiento y posterior poblamiento de los océanos y después la tierra. Exponente de la abstracción, Lugones –quien en su primera exposición personal se apropiara del código de barras para vincularlo al paisajismo–, aprovecha estos elementos como una vía de comunicación para mostrar sus experiencias en la interrelación con la naturaleza. Notables son sus aportes estéticos a la morfología de árboles y a la naturaleza misma. Es una excelente invitación para disfrutar del paisajismo contemporáneo cubano.
Un acercamiento más profundo hacia la raíz del misterio de la existencia humana propone el destacado pintor, dibujante, ilustrador y escritor cubano José Luis Fariñas, bajo el título de La secreta forma en la Sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz. Ocho acuarelas en las que según declaraciones del artista a la prensa, este conjunto parte de una serie de estudios sobre configuraciones esenciales, como formas matrices empleadas por él de un modo, a veces, inconscientes.
Tienen una carga filosófica, apuntó Fariñas, pero prácticamente son como esbozos de una figura o de un conglomerado imaginario que siempre está inconcluso, en transformación permanente en la que siente nunca se llega a una conclusión definitiva. La perfección no existe, como tampoco la obra terminada, y por eso algunas poseen esa apariencia de esbozos, con espacios vacíos que dan la idea del origen a partir de la nada, de dónde venimos todos, más allá de la pintura y las imágenes.
Con un marcado estilo renacentista, este artista se considera deudor de la pintura flamenca, al Renacimiento, la estética de Durero; lo más sorprendente es que estas acuarelas hechas con un pincel de cuatro pelos pues parecen dibujos a plumilla.
Este artista de raíces judío sefardíes tiene parte de su obra en importantes colecciones privadas y galerías como Jewish Mizel Museum, Colorado; Las Américas Art Museum, Denver y en Jewish Center Museum, Pittsburgh. Ha realizado varias exposiciones personales y colectivas, y ganado premios tanto en Cuba, Japón, Estados Unidos; miembro de jurados nacionales entre otros reconocimientos a su carrera.
Enlaces relacionados:
Obras con estilo cubista
La obra de René Portocarrero
Pintores cubanos famosos
Fidelio Ponce de León y su obra pictórica
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Tienen una carga filosófica, apuntó Fariñas, pero prácticamente son como esbozos de una figura o de un conglomerado imaginario que siempre está inconcluso, en transformación permanente en la que siente nunca se llega a una conclusión definitiva. La perfección no existe, como tampoco la obra terminada, y por eso algunas poseen esa apariencia de esbozos, con espacios vacíos que dan la idea del origen a partir de la nada, de dónde venimos todos, más allá de la pintura y las imágenes.
Con un marcado estilo renacentista, este artista se considera deudor de la pintura flamenca, al Renacimiento, la estética de Durero; lo más sorprendente es que estas acuarelas hechas con un pincel de cuatro pelos pues parecen dibujos a plumilla.
Este artista de raíces judío sefardíes tiene parte de su obra en importantes colecciones privadas y galerías como Jewish Mizel Museum, Colorado; Las Américas Art Museum, Denver y en Jewish Center Museum, Pittsburgh. Ha realizado varias exposiciones personales y colectivas, y ganado premios tanto en Cuba, Japón, Estados Unidos; miembro de jurados nacionales entre otros reconocimientos a su carrera.
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