En sus óleos pululaban figuras alargadas, utilizaba mucho el monocromatismo –establece un equilibrio entre el blanco y los colores ocres, una relación entre la tristeza y la luz- con un estilo abstracto, para desarrollar temas de religión, enfermedad y muerte. Matricula en la Academia de Artes Plásticas “San Alejandro” con 20 años de edad, allí obtiene calificaciones de sobresalientes; pero no se sabe con exactitud si se llegó a graduar o no. Fue un eterno visitante de los talleres de los maestros de la pintura de la época.
Participa con su pintura Paisaje en el XVII Salón de Bellas Artes (1934). Pinta por esa época dos de sus obras más famosas Tuberculosis y Beatas –ganadora de uno de los premios de la Exposición Nacional de Pintura y Escultura de 1935-.
Después de la mitad de la década del 30 y hasta 1940 se conoce como de reafirmación de su estilo, único, y aparecen las obras las obras Rostros de Cristo y Mi prima Anita. Al año siguiente aparece Rostros. Fidelio Ponce de León ya se le había diagnosticado la tuberculosis, pero sigue pintando.
Sobre las exposiciones en las que participó, se encuentran las celebradas en Delphic Studio, de Nueva York, y otras en Boston y Massachusetts, donde fue celebrado por la crítica; en el Palacio de Bellas Artes de México, en la Segunda Exposición de Pintores Cubanos en el Mueso de Bellas Artes de Buenos Aires en el mismo año y en 1947 en la exposición: Cuban Modern Paintings in Washington Collections. En Cuba participó en 300 Años de Arte de Cuba, en 1940, a la cual llevó sus óleos Niños, Monja del Mar y San Ignacio de Loyola. El Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes, de La Habana, presentó una exposición antológica con motivo del centenario de su nacimiento en 1995.
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