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La obra de René Portocarrero


René Portocarrero “Yo creo que hay una sola aspiración grande en el hombre: la libertad”.
Pintar para el artista cubano René Portocarrero (Cerro,  24 de febrero de 1912, La Habana 7 de abril de 1985) era “huir del paraíso de la inmediatez”, “mis imágenes están tranquilas, pero en el centro de una gran convulsión de vida”. Esto se traduce en la manera particular de reflejar la luz, los colores y el ritmo de la Mayor de las Antillas en cuadros, ilustraciones de libros y revistas, diseños gráficos y murales. Logró un estilo muy particular con obras como las Floras, de hecho Cartier-Bresson cuando veía una cubana hermosa decía: “ahí va un Portocarrero”. Es una de las figuras más importantes de la plástica cubana al cual el Museo Nacional de Bellas Artes le dedicó una amplia retrospectiva a su trabajo en 1967. Rodman Selden lo incluyó en su famosa antología, entre los diez artistas que salvarían la pintura moderna.
“En mi pintura no hay inspiración, no hay elaboración premeditada, todo es espontáneo, todo va saliendo. Yo pinto lo que voy sintiendo como un poema. A veces comienzo con una mancha y la mancha se vuelve otra cosa y así”.
Portocarrero fue un pintor de formación autodidacta; en la década del 30 trabaja como orientador en el Estudio Libre para Pintores y Escultores de la Habana y enseña dibujos en la Cárcel de La Habana años más tarde (1947) –allí deja un mural religioso-; sus dibujos aparecían en las revistas Verbum, Espuela de Plata y Orígenes. El artista comenzaba a tomar una madurez en su estilo, con la nueva visión de la ciudad en  Interiores del Cerro –Portocarrero decía “me influye el mobiliario colonial, los lagrimones de las lámparas, los esquineros, las cornisas…”-, Festines y Figuras para una Mitología Contemporánea. En 1934 organiza su primera exposición personal en el Lyceum de La Habana y en 1939 publica el libro El sueño con textos y dibujos suyos.
En la segunda década del 40 decora piezas de cerámica y se interesa por la técnica del pastel en el mural Historia de las Antillas para el Hotel Habana Hilton y luego en 1968, para la Trigésima tercera Bienal de Venecia, la serie de mujeres ornamentadas Flora.  Se reconoce influenciado por el hieratismo egipcio y de ciertas estatuas indígenas, de las mitologías griegas, mayas, aztecas, de las imágenes religiosas de la santería cubana (1962, a este tema le dedica la exposición Color de Cuba junto a  figuras de carnaval); del gótico, del barroco, del renacimiento; Rembrandt y Goya.
El carnaval centra su obra en una serie especial de trabajos sobre papel que titula: Carnavales (1970-1971); a la que siguen otros ciclos: Figuras sedentes (1975-1976), Transfiguración y fuga y Madres eternas (1982).  De esta época también es de relevante importancia el mural de mosaicos del Palacio de la Revolución donde aborda a Cuba desde una visión panorámica y poética. Publica en 1955 Las Máscaras, una colección de doce dibujos. Fue condecorado tanto dentro como fuera de Cuba: Orden de la Cultura de Polonia, Orden Cirilo y Metodio de Segundo Grado de Bulgaria, Miembro Consejero de Honor de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos de la UNESCO, Orden Félix Varela de Primer Grado de la República de Cuba y el Águila Azteca mexicana.

Enlaces de interés:

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