El 12 de julio la Galería Villa Manuela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), cerró sus puertas a la exposición personal de la joven artista de la plástica Lisandra Isabel García. Con motivo de su graduación, la artista nos ofreció desde el mes de junio y hasta mediados de julio la muestra Cristal blando, la cual destacó por la aparición de piezas tridimensionales de materiales como la madera, el vidrio y el papel fotográfico, empleados con la técnica del sandblasting.
Una vez más en la obra de Lisandra, el centro de la atención fue la temática autorreferencial. Con Cristal blando la artista se sumergió en el mundo femenino de la adolescencia, el cual no le es ajeno, e invitó a encontrar, a través de su obra, un sitio ideal de enajenación del mundo real, estridente y apresurado, en el que nos ha tocado vivir.
Las piezas de esta exhibición emplearon la simbología del espejo para expresar inquietudes, evadir la realidad y descubrir ese mundo fantasioso e idílico que existe del otro lado. Lisandra nos mostró una especie de puerta, o ventana quizás, a nuestros deseos más íntimos, así como un refugio para experimentar con lo desconocido. Es por ello que sus obras convidan a la reflexión, a partir de las vivencias íntimas y los entornos y rutinas personales de la artista.
Cristal blando está pensada en función del espacio galerístico y en ella la iluminación, otro elemento esencial, reviste cada pieza de un ambiente fabular. La luz haya también su fuga a través del cristal, permea los trazos, deja sus líneas de sombras sobre las paredes y el suelo y se integra a la obra duplicando las formas.
Las obras quedan constituidas a través de objetos como una mesa de dibujo, una ventana circular, un biombo, un gavetero, o un espejo. A través de ellos la silueta de la propia Lisandra se dibuja en trazos limpios, estilizados, seguros, completando el sentido de su obra profundamente autorreferencial. La artista se vale de elementos que tienen que ver con la idea de la fragilidad, de la vulnerabilidad de las cosas que le rodean. Con esos elementos construye un universo fantástico donde haya refugio y al que nos invita.
Enlaces relacionados:
La obra de Carlos Enríquez
La obra de Hanoi Martínez León
Pintura paisajista cubana
Una vez más en la obra de Lisandra, el centro de la atención fue la temática autorreferencial. Con Cristal blando la artista se sumergió en el mundo femenino de la adolescencia, el cual no le es ajeno, e invitó a encontrar, a través de su obra, un sitio ideal de enajenación del mundo real, estridente y apresurado, en el que nos ha tocado vivir.
Las piezas de esta exhibición emplearon la simbología del espejo para expresar inquietudes, evadir la realidad y descubrir ese mundo fantasioso e idílico que existe del otro lado. Lisandra nos mostró una especie de puerta, o ventana quizás, a nuestros deseos más íntimos, así como un refugio para experimentar con lo desconocido. Es por ello que sus obras convidan a la reflexión, a partir de las vivencias íntimas y los entornos y rutinas personales de la artista.
Cristal blando está pensada en función del espacio galerístico y en ella la iluminación, otro elemento esencial, reviste cada pieza de un ambiente fabular. La luz haya también su fuga a través del cristal, permea los trazos, deja sus líneas de sombras sobre las paredes y el suelo y se integra a la obra duplicando las formas.
Las obras quedan constituidas a través de objetos como una mesa de dibujo, una ventana circular, un biombo, un gavetero, o un espejo. A través de ellos la silueta de la propia Lisandra se dibuja en trazos limpios, estilizados, seguros, completando el sentido de su obra profundamente autorreferencial. La artista se vale de elementos que tienen que ver con la idea de la fragilidad, de la vulnerabilidad de las cosas que le rodean. Con esos elementos construye un universo fantástico donde haya refugio y al que nos invita.
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